viernes, 4 de febrero de 2011

Revoluciones

En el Cairo, en la plaza de Tahrir, el viento del este se arremolina entre papeles, cascotes y muchos pies. En el instante de la revolución, el extranjero recuerda otras insurrecciones, ecos de muros derribados, tanques con muchachos asustados en las torretas y carreras hacia la libertad en el frío de las grandes llanuras.

Pero esta revolución, quizá, es distinta; sus sonidos avanzan en la noche y se pierden al alba, al acecho de las jaurías de perros. En Egipto se fragua la ruina de un sistema, que es también el nuestro. La plaza de Tahrir se ha convertido en el epicentro de este maremoto que habrá de anegar nuestras costas.

Desde Oriente sopla un viento que habrá de agostar nuestros campos.

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