martes, 11 de diciembre de 2012

De libros, nazis y sombreros en huelga


El "Mein Kampf" de Hitler, con DVD incluido, comparte espacio con la copia pirateada del último libro de Paulo Coelho; las memorias de un guerrillero que combatió junto al Che en las selvas bolivianas aunque eludió su destino de plomo, con un misterioso ejemplar de "El retorno de los brujos", de Pauwels y Bergier, en el que se menciona al misterioso arqueólogo nazi Edmund Kiss, que anduvo fisgoneando por estos lares pero no logró demostrar que también los arios, cansinos, fundaron Tiahuanaco... 

El mercado de los libros cercano a la catedral de San Francisco, en La Paz, es un universo aparte en el que me gusta perderme antes de enfilar la peatonal calle Comercio camino de la plaza Murillo, el corazón de esta capital del Altiplano. Hoy estaba cortada la del Comercio, con mineros y sus mujeres de protesta, sentados cantarines en un extremo, y la policía motorizada (van de dos en dos en las motos, como novios amorosos) en el otro. En medio, la calle vacía, sin los puestecitos de gorras y ponchos, chuches y rica yuca frita, y sin los vendedores de parcelas para tumbas del Cementerio central de la ciudad andina. 

Tanta seguridad, no por los viejos mineros con borsalino y sus animosas mujeres con bombín, sino porque hoy acudía al Palacio de Gobierno, sito en la plaza Murillo, el ínclito Evo Morales a presentar la reforma que quita todo obstáculo a la celebración de huelgas. Paso más que otra cosa simbólico en un país en el que las manifestaciones y algaradas laborales han hecho tambalearse a los Gobiernos durante décadas.

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