"Sombras de este periplo, no tomaré las cuentas de vuestros collares,
pues en la mañana de los príncipes reclamaré las bendiciones de los hijos de Caleb.
Los peregrinos acercan sus cuencos al manantial sellado. Ciegos están de perfumes de almendras y sus labios rebosan de su amargura.
Y al levantar el alba, el sonido de los timbales apaga el clamor del tráfico, con el ruido abriéndose paso por el humo de las hogueras.
Terribles son los días de los sacerdotes, pues las mujeres pierden la palabra y callan sus cascabeles.
Arrebatados los espacios de comercio, los brillos de abalorios en el polvo y el sudor no nos engañan.
En la orilla del río, los navíos desarbolados hablan dialectos del este. Suya es la esperanza, suya la travesía infinita"
H. Otani
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Leo "El regreso de los tigres de Malasia", de Paco Ignacio Taibo II. En el sopor del metro, acrecentado por el calor que da el abrigo de paño, añoro otras vidas, otros lugares. Un mástil engrasado con el pabellón de los piratas malayos, rojo con la cabeza de un tigre.
